domingo, 9 de noviembre de 2014

Cosas que hay que saber de medicina: ¿Qué es una Emergencia, una Urgencia o una Consulta médica?

Sería importante que el común de la gente maneje algunos términos médicos, ya que, de no comunicarnos con los mismos códigos, incurrimos en una falta de entendimiento,  lo cual genera, obviamente, confusión, frustración e ira. La lectura aproximada de éste texto demorará apenas 5´39´´ pero el rédito de leerlo es de varios meses. Si se comparte y difunde, en tiempo acumulado, el rédito sería de varios años/hombre.

Cuando uno solicita atención médica puede requerirla en torno a tres categorías que todos debemos conocer: Consulta Médica, Urgencia o Emergencia. Ya con los colores vamos viendo de que se trata ésto. empecemos por la más importante, como corresponde.

Una  Emergencia médica es una situación que pone en peligro tu vida. Si no media atención médica con rapidez, corres riesgo de perecer. Hagamos el ejercicio de imaginar en qué situaciones estamos expuestos a dicha condición. ¿Un infarto dirá alguno?¿Una perdida de conocimiento sin recuperar podrán decir otros? La realidad es que interpretar una emergencia no suele ser difícil, pero hay que ser objetivo. Seré reiterativo en decir que sólo es emergencia cuando corre riesgo tu vida. Las emergencias tienen la característica, en su mayoría, de ser inesperadas (un accidente automovilístico, una caída desde lo alto,  una herida de arma de fuego, etc) de ocasionar una alteración física o mental inmediata en la persona (fracturas múltiples, perdida de conocimiento, sangrado profuso)

En el siguiente escalón se encuentran las  Urgencias . No hay que confundirse, lo cual es difícil a la hora de emplear una palabra  que cotidianamente utilizamos para referirnos a lo inmediato. También suele ser difícil, para la persona no entrenada, diferenciar ésta categoría de la anterior. Podríamos decir que en una   Urgencia la persona requiere que la atención se preste en el mediano plazo, ya que de no mediar intervención médica alguna, se convertirá en una emergencia, comprometiendo seriamente la vida del paciente. Son ejemplos un dolor abdominal intenso de varias horas de evolución (puede ser una apendicitis) vómitos, fiebre y diarrea en un lactante (se deshidratan rápidamente) un desmayo, una hipo tensión  o una fractura no complicada (sin desplazamiento, cerrada) Cómo ven, es muy difícil determinar entre una y otra. Las pautas a tener en cuenta son siempre las mismas. Si la persona está consciente,  se encuentra lucida, y no tiene ninguna lesión evidentemente grave (sangrado profuso, un hueso a la vista, etc) debe activar el servicio de emergencias y debe recibir atención medica rápidamente, pero no con los tiempos de la emergencia.

Por último y sí, menos importante, la Consulta Médica, Es fácil de identificar pero difícil de objetivar. Si yo presento un dolor de garganta insoportable y no puedo ingerir ningún alimento sin que me moleste, para mi, eso va a ser una urgencia. Yo voy a querer que me atiendan rápido, porque me urge salir de esa situación. Sin embargo, no corre riesgo mi vida. Si yo vengo con tos de una semana de evolución y ya no puedo dormir por las noches, voy a querer que alguien me la quite ya. Sin embargo, en lo inmediato, no corre riesgo mi vida. Podría ocurrir que el dolor de garganta devenga en algo más grave y se convierta en una urgencia, o que la tos concluya en una neumonia, pero al momento de reclamar la consulta, si los síntomas no ponen en riesgo la vida de la persona, se transcriben cómo consulta médica. Y la consulta, puede esperar.

Para concluir, me han preguntado varias veces cuanto se demora la atención en cada una de las categorías. A lo que siempre contesto, depende de si el médico va hacía la persona o si la persona va hacía el medico. Tengo más experiencia en la primera de las situaciones, ya que he trabajado cómo operador en el SIES107 de Rosario (EFECTOR PÚBLICO) y actualmente me encuentro como operador en el CCO de URGENCIAS435111 (empresa del grupo OSDE) Tanto en lo publico como en lo privado la Emergencia recibe atención de inmediato. No se duda. Si es una emergencia, el servicio responde lo más rápido posible. Entiéndase que las posibilidades de una entidad publica como el SIES, que cuenta con una decena de móviles para una ciudad de 1,5 millones de habitantes, no son las mismas que para una empresa privada (aunque deberían) que cuenta con recursos "ilimitados" abocados a su tarea. Dependiendo de la zona, el tiempo de demora entre la llamada y la llegada del móvil de alta complejidad suele ser de pocos minutos cuando de  Emergencia hablamos. Una Urgencia demorará, en lo privado, algo menos de 15 minutos y en lo publico dependerá de la disponibilidad de los móviles de la zona. En éste último caso, el paciente recibirá la atención en un tiempo prudencial, pero debe tenerse en cuenta la escasez de recursos y la prioridad de aquellas personas que están en peligro de perecer en lo inmediato. La Consulta Médica   demorará, en lo privado,  un tiempo prudencial de acuerdo a la demanda, siendo éste de menos de 90 minutos cuando ésta es baja y de algunas horas cuando es alta. En los efectores públicos NO SE ATIENDEN CONSULTAS A DOMICILIO. Sería impracticable para el estado realizar éste tipo de servicio. Por lo menos con las condiciones actuales.

Ahora bien, la segunda situación, la de la persona yendo hacía el médico, es distinta. En éste caso sólo puedo hablar de lo publico, ya que no he trabajado nunca en el sector privado. Actualmente me encuentro realizando las rotaciones de mi práctica final en las guardias de los hospitales Alberdi, Centenario y el hospital de Roldan. Se atienden TODAS las categorías, pero siempre en el orden de prioridad. Las  Emergencias  serán atendidas al instante, las  Urgencia lo antes posible, y las  Consulta Médicas   cuando no haya más Emergencias/Urgencias. Así es que si yo estoy esperando en la guardia a que me vean la garganta por dolor al tragar, bien puede ocurrir que me atiendan en algunas horas o que ni siquiera logren revisarme. No hay demasiados médicos por guardia y la capacidad de atención es bien limitada. Por tanto, si hay 3 médicos, los tres se abocaran a estabilizar el paciente que corra riesgo de perder la vida desatendiendo (por obvias razones) al resto. Mi consejo es que si usted quiere realizar una consulta, se dirija al centro de salud más cercano o saque turno por consultorios externos, ya que de lo contrario, quizá deba esperar más tiempo efectivo.

sábado, 25 de octubre de 2014

La insalubre salud publica

El secreto es moverse por debajo de la tierra. Entré a la guardia por  los pasillos subterráneos, secretos para la mayoría de los mortales. Quienes transitamos desde hace años por el el Hospital Provincial del Centenario, de una clase a otra, alguna que otra vez nos hemos aventurado por éstas tenebrosas arterias. 

Hace poco que rendí mi última materia  en la Universidad Nacional de Rosario, por lo que ahora me encuentro realizando las rotaciones hospitalarias de rigor antes de salir a la cancha. Uno de los hospitales que me tocó, fue éste. Por eso, el viaje ahora tenía otro sabor. No era una aventura más de estudiante.  La noche anterior, no había dormido nada. 

Entré a la guardia por esos pasillos de miedo.  Oscuros, llenos de tubos con goteras, con cartones y bolsas de residuo sanitario apiladas por doquier. Ingresé por la puerta de las ambulancias, sólo que desde el lado de adentro. Ese olor a hospital concentrado penetró en mis filetes nasales con la contundencia de un chorro de agua.

A la izquierda, la sala de enfermeros estaba vacía (todos estaban atendiendo) y a la derecha, la sala donde se encuentran los pacientes más graves, atestada. Había allí cuatro personas. Un señor de unos 45 años inflado como un sapo -el termino médico es "abdomen en batracio"- Sus testículos tenían el tamaño de la cabeza de un adulto, sin exagerar. Estaba allí por un síndrome ascitico edematoso, arriba de una camilla, desnudo, como si su pudor se hubiera ido con su salud. Otro  de unos 50 años, que tenía conectado oxigeno a libre demanda por problemas relacionados con su enfermedad pulmonar obstructiva crónica, tenía aún puestos sus zapatillas, cuya suela estaba impregnada de caca. En ese mismo lugar, había otra señora, pálida, sudorosa, por problemas relacionadas con su diabetes. La última de las mujeres internada allí, de unos 70, epiléptica y con problemas psiquiátricos, yacía adormecida en posición fetal. Todos en un cuarto con iluminación artificial, no más grande que tu habitación o la mía. 

Al lado de esa habitación hay otra donde se internan a los pacientes de distintos servicios. Eran unos 7, en una habitación pequeña. Todos en ese mismo lugar. Con música algunos, en silencio otros. Todos lúcidos, mirando, cayados, el desfile de médicos y enfermeros.

Seguí caminando, y a la derecha, estaba la sala de observación, donde aguardan los pacientes por una razón u otra.  Había unas 10 personas, sentados , acostados, parados incluso. Se acomodaban como podían. Hace unos días estaba siguiendo a uno de los más grandes gastroenterologos del país, y lo escuché, al ver ésta sala, decir  "ésto es peor que un hospital de campaña. Pero no uno de ciudad, uno rural" 

Luego, le siguen los consultorios. Son 3, y todos tienen dos puertas. Una hacía el norte (que da al pasillo por donde yo caminaba) y otra hacía el sur (que da a la sala de espera por donde ingresan los pacientes) En esas salas, también había personas internadas. 

En ese preciso momento, en ese instante, una idea me atravesó la mente. No quería ser médico de éste sistema de salud que consume cómo un incendio voraz todo atisbo de dignidad humana . No quería estar ahí. No podía estar ahí. Me deprimí. ¿Esa era la salud de lal que tanto nos vanagloriamos? Me sentí diminuto delante de un monstruo despiadado, horrible, devorador de decencia y humanidad.

Entré a la sala de residentes, me presenté, y comenzó la jornada. Los pacientes se atendían en las salas donde otros yacían. O en los pasillos o en donde hubiera lugar. El espacio físico y el personal escasea, Incluyendo los médicos. No se crean ésto de "Ya hay muchos médicos"

Pero entonces algo pasó. A media mañana llego una médica especialista. Me encantaría decir el nombre o la especialidad, pero vamos a salvaguardar su ejemplo. Entró y antes de dejar sus cosas empezó a dar ordenes ¿Podremos tapar a éste paciente que ésta desnudo, por favor?¿Podremos limpiar a éste?¿Podes mirar éste paciente? Fueron gestos diminutos, pero alumbraron como chispazos la noche más oscura.

Cuando salía de la guardia, después de una jornada de 8 hs (es lo que nos exigen durante las rotaciones) me sentía abatido. Pero entendí algo, que se fue marcando aún más durante mi tránsito por los otros hospitales, principalmente el Alberdi, donde las médicas de guardia son madres de los pacientes y de los aprendices. El sistema no existe. Realmente, las personas son el sistema. Y las personas se cambian con elecciones, con votos, con ejemplos o buenas acciones.


miércoles, 22 de octubre de 2014

El final de mis sueños


Revisando borradores viejos, me encontré un escrito que relata un sueño que tuve algunas noches antes de rendir mi última materia. Mis dos pasiones se mezclaron en una explosión onírica


Me encontraba esperando en la puerta de un aula indefinida el llamado del docente que me iba a evaluar en el final de clínica médica, mi último examen de la carrera. Allá a lo lejos suena una bisagra y sale el profesor Alcides Greca, el jefe de área, quien grácil, se encamina hacia mí. Me pide, sin mediar palabra, que lo acompañe.

Lo sigo y entro al salón donde me aguardaba el resto del tribunal examinador, compuesto por el Dr Gallo; muy parecido al Dr Chapatín, ese entrañable personaje de Roberto Gomez Bolaños, y por el Dr Parodi, quién guarda notable parecido con el príncipe Harry de Inglaterra. Son tres de los cuatro autores de "Terapéutica Clínica" de editorial Corpus. Hasta ahí iba todo bien. Recuerdo haber pensado "Buena mesa". Pintoresca, seguro.

 -Bien-me dice Greca- Vamos a tener un examen un poco atípico. Vamos a hablar de "La metamorfosis" de Franz Kafka. ¿Lo leíste verdad?
-¡Claro! - le contesté animado pero confundido. Empezamos a analizarlo. Luego de un rato largo, y de varias idas y vueltas, llegué a la conclusión de que el personaje del libro padecía una depresión de rasgos melancólicos. Las más graves por el riesgo que conllevan de suicidio.
 -Muy bien ¿Cómo lo tratas?-me pregunta Greca
-Fácil, lo primer...
-¡Cómo lo primero!- me interrumpe a la vez que el resto del tribunal se tapa la cara, avergonzados por mi infinita ignorancia.
-Si, lo primero es estabilizar el paciente
-¡Cómo que estabilizarlo!

Empiezo a dudar, me da miedo desaprobar, y en cataratas empiezo a ensayar adivinanzas
 -Claro, darle antidepresivos, ansiolíticos...
 -No no, jamás. -Y finalizar con terapia de electrochoque... 

Ahí Greca se convierte en Julio Cortázar, ríe, y me echa de la mesa. Cuando giro sobre mi hombro, la puerta se cierra enfurecida. Abro los ojos y me encuentro mirando el techo. Son las 4 am del día anterior al examen. Transpirado, recuerdo que me dije "Suficiente de psiquiatría"

domingo, 12 de octubre de 2014

Un robo, una reflexión

Ayer por la tarde volvíamos del parque independencia de Rosario con la gente de Amigos en Salud, luego de una jornada breve de trabajo en torno a la semana del prematuro propuesta por UNICEF. Paramos en un el semáforo del cruce de Oroño y Mendoza (zona muy concurrida, céntrica) y veo que vienen dos personas en moto, en contra mano. Eran las 18 hs.

Automáticamente digo en voz alta "esos son chorros" . Obviamente, cuando el semáforo se pone en verde y avanzamos, vemos a una señora de unos 70 años sujetándose el pecho, sollozando, acurrucada contra contra la pared de la esquina. Otra mujer estaba consolándola. Mi paupérrimo poder deductivo me hizo quedar como un visionario del crimen.
¿Por qué se mueven con total impunidad? ¿Por qué roban de día y se van como si nada?¿Por qué? Y claro, la respuesta está en la pregunta. Porque se van. Tenemos un sistema policial que se sostiene por una gran mayoría de individuos que concurren a él por desempleo más que por oficio. Son poco profesionales e incluso, muchas veces, no inspiran más que miedo. Si, me da miedo la policía. Pero éstas personas son las encargadas de perseguir a los delincuentes. A los delincuentes que se van y que no se quedan a esperarlos.

En el caso hipotético de que yo cometa un crimen, me quedaría, obvio. Si yo hubiese actuado y hubiese aprendido a los "motochorros" echándoles el auto encima, me habría quedado. Y así, la policía me habría aprendido a mi junto con ellos. Los abogados me habrían acusado de algún delito culposo y habría pasado entre 6 y 10 años preso. Quizá, incluso, habrían armado una causa para que pareciese que yo atropellé a los delincuentes que estaban esperando el verde en el semáforo. Quizá, en lo civil, habría tenido que resarcir económicamente a los mismos. Por eso, no seamos tontos. No sirve la justicia a mano propia. No existe justicia a mano propia porque no estamos en una sociedad de bárbaros. No somos bárbaros. Nuestros vehículos están identificados, nuestras armas están registradas y, principalmente, no somos delincuentes.

¿Qué hacemos? El plan se me antoja sencillo, producto de una meditación muy superficial. Creo que varios de mis lectores deben de haber arribado a las mismas conclusiones.
Primero, lo obvio. Esa gente que actúa con impunidad y roba a una anciana, lo hace porque es la norma en su mundo. Hay que eliminar su mundo. Hay que combatir la exclusión, el resentimiento y la deshumanización de éste sistema cosificador y mercantilista. Si yo ignoro que hay niños que crecen en condiciones subhumanas (la mayoría de los perros familiares reciben mejores cuidados que cientos de niños en nuestro país) luego será difícil ignorar delincuentes que se comporten como subhumanos. Ésto sería la solución a largo plazo.

La solución a mediano plazo consistiría en generar policías de altísimo nivel profesional. Ser policía debería ser un honor alcanzado con merito. Se debería plantear como un proceso de varios años y no de unos pocos meses. Deberían estar mejor pagos y presentar mejores condiciones laborales, con más garantías. No debería ser para cualquiera.

Tercero, y no menos importante. Si no se actualiza el sistema judicial, si no se aceitan los engranajes de la ley, si no están presos quienes delinquen, no hay solución a corto plazo. Parece de locos que en pleno XXI estemos utilizando papeles, cartas documento y demás tortugas. Hay que actualizar muchos ministerios y el de justicia, no es la excepción. Va siendo hora de la informatización de la burocracia.

Tres párrafos que simplifican una realidad abrumadora. Son apenas el titulo de algo que se debería comenzar a plantear seriamente, porque de no hacerlo, vamos camino a convertirnos en un país de cuarta. ¿Queremos eso?

viernes, 5 de septiembre de 2014

Momento "Click"

Hace unas semanas  estuve en el Paruqe Nacional Iguazú. Obviamente, volví embelesado. Fue allí donde tuve una revelación, un momento "Click".  Estaba sentado en el patio de comidas , sólo, meditando y prestando atención a los detalles. Tratando de armarme una imagen mental del momento que no quería que acabase nunca. Había unos preciosos animales a mi alrededor, sumamente extrovertidos y desvergonzados. Eran Coaties (Pizotes en Costa Rica).



Por todos lados había advertencias acerca de no alimentarlos. Sin embargo, la gente les brindaba porciones generosas de galletas, sanguches, empanadas y demás colaciones. Ellos, ajenos a la legislación, tomaban cada una de éstas ofrendas muy animados. Incluso sucedió algo gracioso. Una pareja de coreanos se sentó a degustar un paquete de Lays  (o por lo menos, esa fué su intención) Se acercaron a una mesa, lo apoyaron sobre ella para correr las sillas y acomodarse, y en ese ínterin un coatí, con una agilidad extra ordinaria, saltó del suelo al apoya brazos, del apoya brazos a la mesa, se abrazó al paquete de papitas y corrió cómo si se hubiera hecho con el secreto de la vida eterna. Detrás de sí lo persiguieron otros veinte coaties, hasta que se internaron en el bosque. Los perdí de vista, pero podía oírlos chillar (y pelear) por el botín.

Ese fue el momento. Traté de imaginarme  éstos animales en su estado salvaje. Son mamíferos, omnivoros sociables (viven en grupos de 5 a 20) por lo que supuse que pasarían sus días escapando de depredadores (cómo el yaguareté) viviendo en los árboles y pariendo crías cada 65 días.  Pero había algo extraordinario en ellos, cómo también lo hay en nosotros. Su cerebro. En menos de 100 años (el parque nacional iguazú se fundó en 1934) éstos animales se vieron sometidos a un cambio inmenso en sus estilos de vida, en su ambiente, y sin embargo se adaptaron. Todo gracias a su cerebro, el cual les permitió con inteligencia beneficiarse de ésta situación, que con toda probabilidad llevó al limite de la extinción a otras especies. Estas criaturas nos incitan a que los alimentemos, nos seducen. Caminan entre nosotros y sobre nosotros cómo si fuésemos sus fieles sirvientes. ¿Cuanto les habrá llevado concluir en que, por lo menos allí, no eramos peligrosos para ellos? Es notable también, que las habilidades adquiridas son transmitidas de generación en generación. Digo ésto a modo de especulación, sin ningún argumento sólido, simplemente por haber observado a los más pequeños especímenes participar activamente de las colectas.

Quizá, cuando nosotros no estemos (creo que muchos animales cuentan con mayores herramientas para sobrevivir en un medio ambiente tan cambiante) sean los prociónidos (familia a la que pertenecen los coaties y los mapaches) quienes pueblen la tierra, en una de esas con mejor suerte y más consciencia que la nuestra. El momento revelador, hermoso, mágico, fue ese en el que entendí que nosotros también estuvimos allí hace millones de años. Fue como una ventana en el tiempo. ¿Habremos robado comida a algún otro animal más desarrollado?¿Nos habrá alimentado alguien?

sábado, 23 de agosto de 2014

Animoplastia

-Buenos días, ¿Cómo está Sr Milstein, cómo lo trata la vida?-saludó a modo de bienvenida el facultativo, a la vez que se levantaba para darle la bienvenida a su paciente.
-Mal pero acostumbrado, como decía un Rosarino famoso- le contestó el hombre estrechandole la mano. Tenía unos sesenta y tantos años.
-Siéntese por favor Sr...
-Rodolfo, Doctor, digame Rodolfo -lo interrumpio.
-Entonces usted dígame Carlos, Rodolfo. Cuénteme, ¿Qué le anda pasando?¿En qué lo puedo ayudar?
-Mire Carlos, sucede que hace un tiempo que vengo notando algo raro -El médico guardó silencio esperando a que prosiguiera, mientras escudriñaba los detalles de su lenguaje corporal- Vengo notando -entrecerró los ojos como si estuviera afinando su puntería- que algunos de mis sentimientos son demasiado grandes.
-¿Cómo es eso Rodolfo?
-Claro, por ejemplo, tiendo a ser demasiado odioso en situaciones que no corresponden -hizo un silencio breve y prosiguió- tengo odiomegalia.
El médico, acostumbrado a los delirios, quedó sin palabras.
- ¿Odiomegalia? -Carlos tuvo que contener sus modos para tapar bajo su cara cualquier atisbo de sonrisa
-Verá, hace un tiempo vengo sospechando que las emociones son carne en mí. Dos son las con las que he vivido todos estos años, y se dará cuenta, que me refiero al amor y al odio. Pero mientras el amor se me ha ido atrofiando; cómo todo lo que he dejado de usar, tantos años de vivir en éste terrible planeta me han hecho desarrollar el odio hasta proporciones insospechadas. Tal es así Dr, que estoy sufriendo un síndrome compartimental. El odio, hipertrofiado, está comprimiendo todas las otras emociones,  destruyéndolas una a una y dejándome con un patrón muy limitado de respuesta.
El médico no atinó a decir absolutamente nada. Lo habían instruido para no interrumpir y dejar que el silencio fuese tan incomodo que obligase al paciente a romperlo con su relato.
-Por ejemplo, el otro día estaba en el cumpleaños de mi nieta. Estaban todos los chiquillos jugando, corriendo, tirándose agua, espuma, papeles de colores, haciendo ruido Carlos. En otra época, habría corrido con ellos, habría jugado y reído con la misma fuerza. Pero ahora, me molestaban. Me irritaba que fuesen tan gritones, tan despreocupados e irrespetuosos. Mire cómo me hace poner el simple hecho de evocar el recuerdo -concluyó Rodolfo agitado- Así que creo que necesito una animoplastia Dr, y de urgencia.
Ésta vez el silencio no fue al propio. El paciente esperaba respuesta, pero el médico, no las tenía. En sus veinte años de psiquiatra, jamás había escuchado tal disparate. ¿Odiomegalia?¿Animoplastia? Empezó a batir frenético los dedos contra la pantalla de su tablet, buscando todo aquello que pudiera explicar semejante delirio. Medicación, estudios previos, cirugías. No había nada.
-Fíjese Carlos que ni siquiera mi hija me quiso acompañar -prosiguió Rodolfo, siendo el encargado de romper una vez más el silencio- está tremendamente ofendida porque ayer le dije que si seguía comiendo de manera tan despreocupada ya no le cabría más nada. Que hasta a su marido, feo entre los feos, le parecería fea.
-Rodolfo, ¿Cúanto hace que empezó con estos síntomas?
-Y, más o menos cuando falleció mi esposa. Hace unos años. Ella era la que mantenía al amor de tamaño normal; y al odio a raya.
-Y dígame, ¿tiene algún otro síntoma?
-¡Pero no le parecen suficientes los que le dí!
-Me refiero a dolores, dificultad para dor...
-Dr, usted no sabe de lo que le estoy hablando ¿verdad? -Rodolfo comenzaba a ofuscarse y el médico iba perdiendo su autoridad- vine con un diagnostico y le dije cual debería ser el tratamiento. ¿Me puede curar?
-Acuéstese en la camilla-le indicó a la vez que se ponía de pie-
Rodolfo se levantó rápidamente de su silla y a tientas, paso a la camilla ubicada en el costado izquierdo del consultorio, justo detrás de un biombo que tenía estampado un mapamundi.
-Quítese la camisa por favor, y acuéstese boca arriba, vamos a realizar una animoplastia -No había terminado de decir esto y el paciente ya había seguido todas las instrucciones que el médico le había dado. Incluso más, ya que también se había quitado el pantalón.
-Esto puede que le duela un poco Rodolfo
-Tranquilo, usted haga lo que tenga que hacer.
El problema era justamente ese ¿Que tenía que hacer? Con seguridad, comenzó a retorcerle los pezones, jalarle los pelos del pecho y el abdomen (y sacando algunos) siguiendo la linea media. Prosiguió  metiendole sus diez dedos, de a uno por vez, en el ombligo para terminar el procedimiento con unas palmaditas en el pecho, a la altura del corazón.
-Listo Rodolfo, extrajimos todo el odio, pero esto lo vamos a tener que mandar a analizar a anatomía animologica. De hecho ya lo mandé
-Si si claro Dr, claro. Me siento mucho mejor.
-De seguro, vístase tranquilo.
Mientras el anciano se vestía detrás del biombo, Carlos iba completando la historia clínica.
PRIP PRIP PRIP
El celular. "Olvidé ponerlo en silencio" se dijo automaticamente Carlos.
-¿Y eso Dr?
-Me avisaron de anatomía animológica que los bordes están limpios, hemos extraído todo el odio.

jueves, 5 de junio de 2014

Donde nace la perseverancia

Es frecuente que ocurra. De hecho, la mayoría de las veces sucede así. Se da que uno lo deja todo, que uno se lo juega todo, y  el esfuerzo se diluye y los objetivos no se alcanzan. Sin embargo, se sigue. Nunca se abandona. Se aprieta duro los dientes, y la marcha continúa.
Está en la naturaleza de nuestro ADN. Es una parte importante de nuestra especie. El no rendirnos nos ha permitido llegar hasta donde estamos. Creo que también, esta obstinación innata, es la causa de muchas de nuestras penurias. Pero por algo es que la naturaleza nos ha dado la llama de la perseverancia, y por algo es que debemos mantenerla encendida, porque el día que se apague, lo que se apagará es la vida.
¿Pero cómo y cuando llego el instinto de perseverancia? Para responder a ésta pregunta, debemos enfocarnos en la evolución de nuestro cerebro.



Existía una teoría interesante,perteneciente al eminente neurocientífico Paul MacLean  (hoy en desuso y refutada por los estudiosos de la anatomía comparada) muy esquemática, que planteaba que el cerebro humano esta conformado por tres estructuras pertenecientes a tres estadios evolutivos diferentes: El cerebro reptilico (Nuestro tronco encefálico y cerebelo) el sistema límbico (presente en los mamíferos en general) y la corteza nueva (La de los mamíferos superiores)

¿Cuales serían las necesidades más básicas, las que uno debería suplir para sobrevivir? Respirar, hacer latir el corazón. Todo eso se encuentra en la estructura más simple, el tronco encefálico. Sin el tronco, donde se hallan,  por ejemplo, los núcleos de la respiración (entre muchas otras estructuras nobles) no se puede vivir, y una vez que se destruye, cómo toda neurona, no se recupera jamás.  Esto es lamentablemente lo que le ha sucedido a Gustavo Cerati, cómo vimos en "Poder decir adiós" Acompañando al tronco encefálico, se halla el cerebelo, que es el encargado de mantener la postura y el equilibrio con pequeños ajustes imperceptibles, además de facilitar la marcha (esencial, por ejemplo, para la cacería o la huida) Estos dos órganos serían las que conforman el cerebro "reptil".

Aquí podríamos terminar éste relato, diciendo que es en éstas dos estructuras donde nació, hace millones de años, la necedad humana. Sin embargo, no es así. Ésta estructura sólo trajo consigo el instinto de supervivencia, pero, acaso, ¿han visto a un cocodrilo intentar algo que ponga en riesgo su vida? Jamás un animal de éstos, por más hambriento y desesperado que éste, va a anular éste sentimiento innato de querer seguir viviendo. Un cocodrilo no arriesgará su vida a menos que sea estrictamente necesario para no perderla.

El sistema límbico, el siguiente "estadio evolutivo", compuesto por el núcleo amigdalino, el hipotálamo y el hipocampo, viene a agregar un sistema de emociones al ya complejo sistema de supervivencia. Nos agrega el instinto sexual y una razón más por la cual apostar la vida: el sexo. Sobran ejemplos en la naturaleza de los rituales extremadamente agresivos que llevan a los animales a arriesgar su vida por una oportunidad de procrear. Basta citar el ejemplo de las tensas batallas de las jirafas, las cuales entrecruzan sus cuellos y se baten a violentos duelos de horas, chocando una y otra vez sus cabezas hasta que una de las dos se rinde, o muere.


Pero en los seres humanos, no todo se hace por sexo, ya que una vez que hemos conseguido nuestra pareja, se podría decir que el objetivo ya ha sido alcanzado. También, cabe agregar, que uno  se rinde en éste aspecto, lo cual, genera ese doloroso y tan conocido "mal de amores"  Ésta claro, aquí no se encuentra la necedad, sino más bien los sentimientos que ésta genera. Un dato color, es que las orcas, son los animales del mundo que más desarrollado tienen éste sistema. ¿Se imaginan con la intensidad con la que deben sentir cuando les arrebatan a un miembro de su camada.



Sólo nos queda una estructura. La corteza nueva. Ésta se halla plegada sobre si misma, formando cisuras, que aumentan enormemente su superficie y que permiten a su vez hacer divisiones topográficas (Lóbulos temporales, parietales y los lóbulos frontal y occipital) generando una red compleja de neuronas que nos permiten interpretar el medio ambiente de una forma única. Es la estructura que nos permite relacionarnos, hablar, escuchar, ver y abstraernos. Es lo que le da sentido a los seres humanos como especie. Y, claro ésta, es lo que nos lleva a no rendirnos nunca. Porque, justamente, es lo que le da sentido a los sentimientos.

Queda claro a estas alturas que el lugar donde nace la perseverancia, es en la estructura más compleja a la cual tenemos acceso. Ese es el lugar donde se trazan los objetivos y donde se viven los desafíos, objetivos y desafíos que no siempre son comprendidos por todos y para los cuales algunos están dispuestos a entregar más que otros. El poder de la mente, realmente, es el de permitir sobre ponerse a las adversidades encontrando soluciones prácticas para sortearlas, o justificaciones ingeniosas para tolerarlas.  Ahí es donde nace, anatómicamente, la perseverancia.

domingo, 6 de abril de 2014

El suicidio de Dios

Los médicos, pasmados, no podían creer que hubiera sido un suicidio. No había elementos dentro de su celda con los cuales hubiese podido quitarse la vida. Nada. No había sillas, no había cobijas. Nada.
-Sino fuera por la carta ni me lo plantearía-dijo José,uno de los forenses
-Lo que debemos preguntarnos es, ¿Fue un suicidio?-Quién hablaba se puso de pié y comenzó a caminar alrededor de la mesa de autopsias- fíjense. No hay marcas. Ni una-terminó de sentenciar Williams mientras apretaba el primer dedo del pie, desde donde colgaba el troquel con el nombre "Juan Leopold -33-"
-Puede haber utilizado alguna sustancia que no estemos buscando -Sugirió Bernardo, el más joven de los médicos allí presentes
-No... Se busca lo que se usa. Si no se hallan las sustancias clásicas y no se encuentran las alteraciones obvias, se descarta ésta posibilidad.
-Juez, ¿Quién era éste hombre?
El Juez se hallaba en un rincón de la sala, abstraído, meditabundo. Si bien los médicos no sabían quién era el muerto (Ni tendrían por que reconocerlo en persona) Miriastegui pareció irritado.
-"El médico que sólo de medicina sabe, ni de eso sabe"-sentenció mirándolos con firmeza-  Éste hombre, que yace en su mesa, es quizá... perdón, era, la persona más importante que jamás volverán a ver. Y de seguro lo han visto en los medios mil veces.
Los tres hipocráticos se miraron con cierto temor. La magnitud de su ignorancia los hacía sentir estúpidos.
-Es el supuesto Jesús, el supuesto hijo de Dios, William Withehouse.
Volvieron a ver al hombre que yacía sobre la mesa y se quedaron de una sola pieza. ¿Cómo no lo habían reconocido?
El juez tomó su tableta del maletín, pulsó algunas veces la pantalla y les mostró una serie de titulares. "Hombre anuncia ser el enviado de Dios" "Cristopher Withouse hace caminar a Stephen Hawpkings" "C.W. El salvador" Y luego, los titulares comenzaron a mostrar otra cara "Whitehouse denenido por tráfico de drogas" "EE UU Pide la extradición de C.W", "Cristopher es trasladado a una cárcel de máxima seguridad" Todas las imágenes demostraban sin dudas que el óbito, era C.W. Sin dudas. 
-Y el de mañana será "Cristopher Withehouse..." ¿Se suicidó o fue asesinado? Eso me lo dirán ustedes. El nombre del troquel es un seudónimo para ganar tiempo. Para darles tiempo a ustedes, mejor dicho, antes de que los medios nos dilapiden. Díganme algo útil por favor.
-Ésta vez no va a revivir. No creo que lo haga, le sacamos el corazón para pesarlo -se aventuró a bromear José. Harto conocido era el humor negro de los forenses, sólo que ésta vez le valió un fusilamiento visual- Vamos, es broma.Sólo era un narcotraficante que timó a media humanidad. No se agiten.
-No hay ninguna evidencia médica que nos haga pensar en un suicidio -empezó a explicar Bernardo queriendo salvaguardar la integridad de su amigo- sólo ésa carta que nos trajeron ustedes. Pero no sirve de respaldo. No hay toxinas, no hay alteraciones anatómicas pasibles de ser tenidas en cuenta (nada auto inducido)  Sólo lo obvio, que es el paro cardio respiratorio. ¿Pero acaso no morimos todos de ello?
El juez comenzó a leer la carta en vos alta:

Hermanos:

He sido enviado para salvarlos. Para volver a encender su luz, su esperanza. Para darle humanidad a la humanidad. Para acabar con el sufrimiento. Devolví la vista a ciegos, la audición a sordos y la salud a enfermos. Me expuse y les di el ejemplo. Confié, y salí perjudicado. Estoy detenido por tiempo indeterminado y a la espera de una sentencia. Me detuvieron por tráfico. Sabía que la droga estaba, pero dejé que actuaran. Me la plantaron. Se me ha acabado el tiempo y no puedo quedarme a envejecer. llegó el momento de partir. ¿Para qué vine?¿Para irme de ésta forma? No. He predicado y me han escuchado. "Ayuda, pero no regales". Cientos quedaron tocados por la luz del señor, y ellos se dedicarán a esparcir la chispa.

Hasta siempre, hasta pronto.

C.W.



-Y sin embargo me dicen que no hay razón médica para confirmar el suicidio. Éste señor introdujo un condón con un lápiz y un papel dentro en su recto, hizo una carta de suicidio ¿y no se suicidó?
-No señor. No tenemos indicios de tal acto. Ninguno -confirmó Bernardo
-Un momento. Quizá éste errado -comenzó Williams- pero se me ocurre una posible explicación. Se indujo un paro él mismo. ¿Es posible verdad?
-Si claro. Por lo menos en la teoría.
-¿Cómo sería eso?- consultó el juez- ¿Es posible inducirse un paro cardiaco?
-Claro. En teoría - la cara del juez lo obligo a continuar con la explicación- si uno realiza una seguidilla de flexiones de brazo, se obliga a realizar inspiraciones y espiraciones rápidas, los cambios que se producen en el medio interno (en la sangre) pueden cambiar el balance hidroelectrolitico y generar una arritmia severa, con la consecuente fibrilación ventricular
-Explíqueme como si no supiera nada de medicina Dr., porque recuerde que no sé nada de medicina
-Lo que Williams dice es plausible Miriastegui. Sólo que no es comprobable -comenzó Bernardo- Imagínese a la sangre como el medio que transporta el combustible que entra en los cilindros de un motor. La sangre -el aire- entra llevando el combustible. La chispa hace explotar el combustible, la explosión mueve el pistón, y el mecanismo vuelve a chupar más aire con combustible. Entra y sale. ¿Me sigue?
-Tampoco soy mecánico, pero lo sigo-replicó el juez
-Bien. La sangre también transporta el combustible que entra y sale de las células, para que aquellas que tienen la capacidad de contraerse se contraigan. El corazón está formado por células contráctiles que actúan en conjunto. El combustible que la sangre transporta (diremos que, en éste caso y para que se entienda, son los electrolitos) entran al corazón, lo hacen contraerse y salen de vuelta para que se relaje y pueda contraerse de nuevo "chupando" más combustible (más electrolitos) Ese cambio de electrolitos que entran y salen, hace que el corazón se contraiga y se relaje ¿Hasta aquí vamos bien verdad? -El juez asintió- Ocurre que cuando uno cambia las condiciones del aire, el motor deja de funcionar correctamente. Los detalles no tiene porque entenderlos, pero eso es básicamente lo que podría ocurrir si uno hace flexiones de brazos rápidas (lo cual haría subir los niveles de ácido láctico y cambiaría el ph de la sangre) y bajase la frecuencia respiratoria (lo cual baja aún más el Ph) Mediante éste procedimiento, obtendríamos una una sangre "ácida" incapaz de entregar electrolitos al corazón, y sin oxigeno. Sin estás dos cosas básicas, el corazón se para. 
-Entonces, ¿vamos a decir que Cristopher Withehouse se suicido con un paro cardio respiratorio?
-No podemos decir eso -contesto Bernardo- no tenemos respaldos legales que avalen esa afirmación.
-Bien. Murió de causas naturales -contestó el juez a la vez que guardaba su tableta en el maletín, presto a retirarse- pero prepárense, porque esto va a traer cola. No todos los días se muere Jesús.